16 de septiembre de 2008

Microcuento

Cuando el alcalde se acercó al cañón, supimos que habría que convocar elecciones. Poco después, al tener noticia de ello, intuí que todo saltaría por los aires.

El alcalde se detuve contemplando la concavidad, inclinó su cuerpo hacia delante, tomó impulso y salió disparado. De repente, sus piernas lo impulsaron y voló. Sólo duante unos segundos, pero sintió que volaba.

Poco después, algún excursionista que paseaba por la orilla del Colorado gritó: "¡El Alcalde ha muerto! ¡Viva el Alcalde!".

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